11.11.2010

Guerreros del cine: Argentino, fantástico e independiente

Protocolo y Etiquetas, algunas notas sobre el libro
Guerreros del cine: Argentino, fantástico e independiente



La publicación de Guerreros del cine: Argentino, fantástico e independiente (FanEdiciones) es, para los que frecuentamos el cine fantástico local, el acontecimiento del año. Por primera vez se intenta discutir y analizar en un libro un movimiento que ya lleva casi quince años, prácticamente un centenar de largos y mas de un millar de cortos.
Que recién ahora se publique algo solo demuestra la negación de parte del periodismo y de la academia de este movida, la mas efervescente y con mas alta graduación de todo el apelmazado cine argentino. Es cierto, hay un valioso antecedente, Cine bizarro y fantástico hispano-argentino: entre dos siglos, donde Pablo Conde se despacha con un puñado de entrevistas interesantes, pero sin la pretensión de presentarse como un análisis global.

Matías Raña pone sobre la mesa un recorrido histórico, con varias cosas que me encantaron y varias cosas que quiero discutir. En estos momentos sólo voy a ponerme a debatir un sólo punto: el tema de las etiquetas, porque creo que definirnos bien tiene que ser una prioridad programática de la movida.


Etiquetas: Una cierta mamada
Para cualquier cineasta, la simple idea de que un crítico, un periodista, un historiador o un programador de un festival lo quiera encorsetar en una clasificación sólo le genera una mirada despectiva y un maradoniano comentario estilo "yo sigo filmando, ustedes keep sucking". Es válido, pero nosotros tenemos la obligación de seguir rotulando y discutiendo sobre los rótulos.

Acá lo que pretendo discutir es la poco feliz etiqueta "Nuevo Cine Independiente" que se usa con profusión en el libro, tanto por el autor como por alguno de los columnistas invitados.
En el libro no se explica porque se usa una etiqueta tan confusa, sino que se la da por aceptada. No figuran fuentes bibliográficas ni reenvíos a otros textos.
Como esta etiqueta la vi en otros artículos, voy a asumir esas notas como referencias. Por lo tanto voy a discutir con el texto presumiblemente original y, por elevación, con Raña.

Hasta donde pude rastrear, la semilla del mal –o al menos su justificación– creo que tiene su origen en el texto de Hernán Panessi (un muy agudo periodista, aunque él lo niegue sistemáticamente bailando en youtube) Nuevo Cine Independiente: La Vanguardia Cinematográfica desde Argentina que leí en la revista 24 Cuadros (www.revista24cuadros.com/paginas/archivos_web/24cuadros_15.pdf). Ahi, Panessi describe un panorama en términos claros, precisos, efectivos, que mas o menos comparto y que con algún reparo asumo aquí cuando hablo de movida o movimiento. Coincido fundamentalmente en definirlo como un cine autogestivo y cuyo objetivo es reivindicar el cine de género. No me cierra del todo la idea –que sobrevuela también el libro de Raña– de la cofradía: si bien el cineasta ultraindependiente es un ser mayormente gregario, hay muchos –muchísimos– cineastas "sueltos" que no participan de la vida social que se menciona en el libro, pero que son una parte muy significativa de la movida.
Es una buena nota la de Panessi. Lo que no comparto es asignarle a eso que describe la etiqueta Nuevo Cine Independiente (NCI en alguna parte del texto). Con una nota al pie nos dice que NCI es un "término acuñado, en primer momento, por publicaciones especializadas en el año 2009 y cuyo uso se hizo notoriamente extensivo al resto de los participantes (hacedores y espectadores) con el correr de los días". No aclara y no se cuales son esas publicaciones, asi que aquí termina mi búsqueda bibliográfica.
Pasamos directamente a los bifes:

Porque la etiqueta NCI es medio una garcha.
1– Lo nuevo
* Etiquetar un género o movimiento como "Nuevo" es medio tonto. Por definición, cuando termina de aceptarse el uso de la etiqueta, es porque el movimiento está asentado y reconocido. Y un movimiento aceptado y reconocido, no va a durar mucho que digamos como "Nuevo". Vayamos a la historia reciente. Hace mas de una década que hablamos del Nuevo Cine Argentino. Trapero y Caetano ya tienen una filmografía casi tan larga como la que Rodolfo Kuhn y David Kohon lograron en toda su vida. Ellos estilísticamente puede que sigan manteniendo las banderas programáticas del NCA. Pero ya no son "nuevos", ya son parte del mainstream.
* Hace cincuenta años que tenemos un "nuevo cine argentino". Kuhn y Kohon lo fueron en el 60, por eso los mencione antes. Pero tambien hubo un "nuevo cine argentino" en los 80 y otro en los 90 y otro en los 00. Siempre hay un cine nuevo. Historiográficamente seria inteligente poner categorías mas descriptivas, menos usadas y con una vida útil que vaya más allá de la breve excitación de “lo novedoso”. Ya que los cráneos de la crítica local todavía no metieron sus narices en nuestra movida, aprovechemos y propongamos una etiqueta algo mas razonada.
* Podemos aceptar, como señalan Raña y Panessi, los inicios de toda esta historia hacia 1997, coincidiendo con el origen del NCA. Llevamos 13 o 14 años, montonazos de películas... ¿Realmente somos "nuevos"?
2– Lo independiente
* La batalla por la palabra "Independiente" está perdida. En el seno del BARS tuvimos varios debates sobre esto. Yo proponiendo asumir la "ultraindependencia" otros diciendo que el nuestro es el "verdadero cine independiente" y que eso de ultra suena raro, peyorativo o incluso despectivo. Acepto que el nuestro es un cine realmente independiente. Pero esa palabra no nos pertenece. Fue robada, apropiada por otro tipo de cine. Hoy por hoy esa palabra designa cierto tipo de películas que son, por ejemplo, las que se ven en el BAFICI. ¿Que ese es un cine ultra dependiente? ¿Que solo puede hacerse si banca el INCAA? ¿Que los realizadores dependen de que el Fondo de Cultura de la Ciudad tire un centro? ¿Que se pasan el dia tejiendo y destejiendo guiones mientras esperan el llamado de la Über Alles Fundeiyon? Es todo verdad. Pero si en los festivales internacionales, si en el circuito comercial, si en los grandes medios y hasta en los blogs, si en el publico masivo y si hasta Doña Rosa llaman a ese cine como "Independiente", no veo la forma de convencerlos de lo contrario. Podemos intentar nadar contra la corriente, pero parece un desperdicio de energía desgastarse solo por un nombre. Mas sensato es usar otra etiqueta y "ultraindependencia" me parece válida para marcar un cine que está mas allá de las limitaciones del que se conoce como cine independiente.
3– La inespecificidad
* La etiqueta NCI no sirve porque es inespecífica. La búsqueda en Google de "Nuevo Cine Independiente" (con comillas) te devuelve 224000 resultados, pocos relacionados con nosotros. Hagamos una búsqueda mas especifica. Busquemos "Nuevo Cine Independiente Argentino" y sólo en Google Books, asi sacamos chapa de académicos. Ahi salta, entre otras cosas, que al cine de Birri en 1962 se lo califcaba como NCIA. A Rejtman lo mismo pero en los ´90. Tambien salta que en 1984 hubo un "Festival del Nuevo Cine Independiente Argentino" (Google dice que la cita esta en el libro Cine Argentino 82, cuando en realidad la nota esta en Cine Argentino 84... tengo ambos libros asi que cito de ahí, pero se me cayó la confianza en Google!) hecho con películas en super8 y 16mm. De los que participaron, suenan los nombres de Raul Tosso o Tristán Bauer.
Se usa el mismo rótulo, pero ¿Realmente se puede establecer una relación, una evolución, un vínculo Birri–Bauer–Rejtman–Sáez/Parés? ¿O mas bien tenemos que buscar un nombre que nos diferencie de todo eso?
4– El género
* La etiqueta NCI no incluye la principal característica de la movida, la que la define. No incluye su identificación con el cine de género. Esto es CLAVE. Veamos el caso de Paura o Farsa, que han tenido sus experiencias, tanto ultraindependientes como industriales, pero que no han cambiado su visión del cine, solo la forma de producirlo. Lo que los define es su adscripción al cine de terror, al cine fantástico, al cine de entretenimiento. Eso demuestra que el eje dependencia–independencia–ultraindependencia condiciona muchas cosas, pero no define por si solo al movimiento. De hecho, creo se define tanto por su postura frente al género como por sus modos de producción. Y un rótulo que no contemple esto, es un rótulo incompleto.

La propuesta alternativa
Para mi, esto que reivindicamos es un cine fantastico ultraindependiente. Si se requieren siglas y ampulosidad, Cine Fantastico Ultraindependiente Argentino (CFUA).
Fantástico, por su defensa del cine de genero y porque en su sentido amplio incluye muchos otros géneros vinculados: fantasía, terror, ciencia ficción.
Ultraindependiente porque lo que define a estas películas es tanto su perfil artesanal y autogestionado en el momento de la producción como sus formas no tradicionales de exhibición, al margen de los circuitos comerciales habituales.

De este CFUA quedarían afuera películas como Lo Siniestro, que tiene apoyo del INCAA y una copia en 35mm esperando para estrenarse. En estos términos Lo Siniestro no es ultra, si no meramente independiente. Y tiene sentido, porque su producción fue una experiencia totalmente diferente al de las otras. Había sueldos, catering, horarios… sindicatos. Y porque su inminente distribución ya tiene sus carriles aceitados (en el mejor de los casos la moverá un distribuidor, en el peor morirá en una sala INCAA). Lo mesmo para Visitante de Invierno, Sudor Frío, o El amo de los clones. La etiqueta propuesta ahí sería Cine Fantástico Argentino (CFA) a secas, que también incluiría películas temáticamente similares pero hechas por gente generacionalmente fuera de la movida, como Zenitram de Luis Barone.
Yo creo que el objetivo a mediano plazo de casi todos los realizadores –hay excepciones– es dejar de ser CFUA para ser CFA. En otras palabras, pasar la línea de la indigencia para entrar en la pobreza y modestia económica de nuestro cine. Perderán o ganaran condicionamientos –hay debate sobre eso– pero no creo que resignen su amor por el cine de género.

Podemos debatir la sigla: CFUA suena definitivamente fulero. CAFU tiene onda, y siempre me cayó mejor que su correligionario Roberto Carlos. Podemos sacar lo de cine y quedarnos con un UFA, que suena a moderada y llorosa protesta. Si no sacamos lo de argentino, forzamos hasta lo absurdo la incorporación del Kinetoscopio edisoniano y nos queda un mas simpático y cándidamente revulsivo FUCK. No se, escucho ideas. Cualquier cosa serviría… pero justamente no el gastadísimo “Nuevo Cine Independiente”.

Marxismo
Estos son mis principios. Pero si a ustedes no les gustan, tengo otros. Quiero decir, puedo charlar lo de fantástico y lo de ultra. Lo que me parece es que nos merecemos un debate mas profundo, para no caer en la tontería de llamarnos a nosotros mismos con un nombre tan obvio que se viene usando desde hace 50 años para mencionar a cosas que poco tienen que ver con lo que defendemos.

Tal vez internamente vale decir que este es el “verdadero cine independiente”. Pero a la hora de tratar de salir del ghetto (y esa hora es ahora, muchachos) necesitamos un estandarte claro y efectivo. Algo que el público común y la prensa cinematográfica entiendan al vuelo. Porque no sirve una etiqueta que necesite aclararse todo el tiempo (“somos NCI, pero un NCI mucho mas "N" e "I" que el que vos estas pensando”; “somos NCI, pero no somos Rejtman” o “no se quien es Birri pero igual me gusta la birra”...).

Para la mayor parte de los realizadores esta discusión va a ser al pedo. Pero para los que tenemos una vinculación mas de análisis que de creación con la movida (como Raña, Panessi o yo mismo) pasa a ser central. Porque los rótulos no son solo calcomanias en un estante de un videoclub. Los rótulos proponen recorridos, son referencias y guías de lectura. Son, en definitiva, interpretaciones que al proponer un cambio de perspectiva, llegan a resignificar a las propias obras. Y si la misión que nos impusimos es la de difundir este cine, tenemos que hacerlo en términos que sean accesibles al público y a los medios. Y eso aunque las etiquetas no suenen tan bien o que no sean tan épicas como quisiéramos puertas adentro.

Guerreros y pioneros
El libro de Matías Raña tiene la fuerza de los trabajos de los pioneros. Es invaluable. Vamos a coincidir en muchas cosas y en unas pocas vamos a discutir. Pero como sea, hay que leerlo. Porque a partir de ahora va a ser la referencia inevitable para pensar sobre nuestro cine.